La terapia de protones para el cáncer de mama puede evitar daño en el corazón
El ensayo compara la cardiotoxicidad de la administración de radioterapia basada en protones y en fotones a la mama/la pared torácica y los ganglios linfáticos
La radioterapia en toda la mama o en la pared torácica y en los ganglios linfáticos mamarios internos puede administrar una dosis de radiación al corazón que aumenta el riesgo de eventos cardiovasculares. Para ver si la terapia de protones puede reducir este riesgo, un ensayo clínico multiinstitucional está comparando la terapia de protones con la radioterapia basada en fotones estándar para pacientes con cáncer de mama localmente avanzado.
“Las pacientes con cáncer de mama tienden a ser sobrevivientes a largo plazo”, dijo la Dra. Karen Hoffman, profesora adjunta del Departamento de Oncología Radiológica del MD Anderson Cancer Center de la Universidad de Texas. “Tienen por delante varias décadas en las cuales enfrentar las consecuencias del tratamiento”. Cuando se irradia el corazón de un paciente, estas consecuencias pueden incluir eventos cardiovasculares importantes como insuficiencia cardíaca, cardiopatía coronaria, infarto de miocardio, enfermedad valvular, arritmia y angina inestable.
Pese a los esfuerzos por reducir la dosis de radiación al corazón, el riesgo de cardiotoxicidad de la radioterapia basada en fotones estándar para el cáncer de mama continúa existiendo. “Con las técnicas que empleamos en el MD Anderson, nuestra dosis con fotones al corazón es más baja que los datos publicados a nivel nacional”, dijo la Dra. Hoffman. “Sin embargo, los protones ofrecen la posibilidad de reducir esa dosis aún más”.
Ensayo de comparación directa
La Dra. Hoffman es la investigadora principal del MD Anderson en el ensayo RAD-COMP en fase III (N.º 2016-0085), que está inscribiendo a pacientes con cáncer de mama con afectación ganglionar que se han sometido a mastectomía o lumpectomía y requieren radioterapia de toda la mama o de la pared torácica y los ganglios linfáticos mamarios internos. “La irradiación de la cadena ganglionar mamaria interna conlleva un alto riesgo de cardiotoxicidad, porque la cadena se extiende precisamente a lo largo del esternón”, dijo la Dra. Hoffman.
Antes de la aleatorización, las pacientes de este ensayo se estratifican por edad, riesgo cardiovascular de referencia, tipo de cirugía y mama afectada para garantizar que iguales cantidades de pacientes en cada subgrupo reciban tratamiento basado en protones o fotones. Las pacientes de los grupos de terapia de protones y de fotones reciben una dosis de radiación de 45.0-50.4 Gy, administrada en fracciones de 1.8-2.0 Gy.
El criterio de valoración primario del ensayo corresponde a eventos cardíacos importantes, por los cuales las pacientes recibirán seguimiento durante 10 años. “Podemos observar los planes de tratamiento y acordar que la terapia de protones administra una dosis cardíaca más baja que la terapia estándar”, dijo la Dra. Elizabeth Bloom, profesora del Departamento de Oncología Radiológica y coinvestigadora del ensayo. “Pero es necesario saber si lo que vemos en papel se traducirá en un menor daño cardíaco a largo plazo”.
Los criterios de valoración secundarios del ensayo incluyen la fatiga informada por las pacientes, la imagen corporal y otras medidas relacionadas con la calidad de vida. Los investigadores también compararán las tasas de control locorregional y de supervivencia general, ninguno de las cuales diferirá considerablemente, según lo esperado, entre las pacientes tratadas con protones y aquellas tratadas con fotones.
Superando barreras
Las Dras. Bloom y Hoffman dijeron que la barrera principal para el reclutamiento de pacientes para el ensayo es convencer a las compañías de seguros para que proporcionen cobertura de la terapia de protones, que es más costosa. En teoría, dijo la Dra. Bloom, las compañías de seguros podrían a la larga ahorrar dinero si sus clientes pudieran evitar problemas a largo plazo como resultado de la radiación incidental al corazón, el pulmón, la mama contralateral y los músculos de la cintura escapular.
“Los protones pueden ayudar a mantener la radiación en el lugar correspondiente, y minimizar las dosis al corazón y otras estructuras”, dijo la Dra. Bloom. “Consideramos que esto ofrecerá beneficios para la salud a largo plazo, pero tenemos que probarlo. Ese es el propósito de este ensayo”.
Para más información, comuníquese con la Dra. Elizabeth Bloom llamando al 281-646-2244 o escribiendo a ebloom@mdanderson.org, o con la Dra. Karen Hoffman al 713-563-2339 o a khoffman1@mdanderson.org. Para obtener más información sobre el ensayo RAD-COMP, visite www.clinicaltrials.org y busque el estudio N.º 2016-0085.
OncoLog, Febrero 2018, Volumen 63, Número 2